LECTORES EMERGENTES




Hace pocos días conversaba con un editor amigo (siempre suena bien eso… como se diga suena bonito el decir que uno tiene un amigo editor) y con él hablábamos de que hoy en día todo es emergencia. Escritores emergentes, editoriales emergentes, editores emergentes y así, como que no quiere la cosa, todo está en proceso o a punto de emerger. ¿de dónde? Y yo que sé.

La cuestión es que esa conversación con mi amigo editor (no puedo dejar de decirlo) fue dentro de un congreso de poesía que se hizo hace poquito… ese en que desfilaban, se afilaban y se desperfilaban una buena cantidad de poetas… mejor dicho una cantidad de poetas que es inconmensurable y verdaderamente casi imposible de entender en cualquier parte del mundo excepto en este Chile “país de poetas”. La suma: Un montón de gente pidiendo trabajo a gritos. Ego repartido desigualmente como la riqueza y Cuatro días de poesía. Por la mañana unas charlas agotadoras, quizá la mayoría sin sentido o francamente repudiables, y en la tarde Dos lecturas de poesía en forma simultánea! Esa era la modalidad y en ellas, en las lecturas: el rigor decía que Cuarenta o más poetas se las arreglaban para leer en un mismo día en mesas que iban, como era de suponerse, desde el más importante hasta el más ramplón. Luego de eso y ya de noche: cuatro horas de poesía quedaban resumidas en espectadores amontonados en sus preguntas sin verbalizar del tipo: “no entendí mucho” o “que huevada más larga”, todo generalizado bajo esa megalomanía propia de las pequeñas gestas culturales y coronado con unas ganas de reconocer a viva voz que a lo que se va realmente cuando se va a una lectura poética y que es: revisitar el bar de la esquina y beber de la verdadera sangre poética de nuestra generación: la cerveza.

Y bueno lo importante del asunto es ¿quién es el que emerge acá? ¿Qué mierda es emerger de alguna parte? Yo, que he visto salir cosas de lugares insospechados, juro que aún no logro entender por completo eso de la emergencia. Quizá lo que puedo entender es lo de la llamarada en la ventana pero aún no entiendo lo de la poesía que emerge.

Hay grandes temas editoriales, como el libro electrónico o la poca importancia de distribuir una tirada de 100 ejemplares de un libro. Hay enormes cuestionamientos en relación al uso de plataformas digitales. Hay interesantísimos poemarios por ahí y no una pequeña cantidad de poemarios horrorosos que jamás debieron salir de una habitación pequeña. Sin embargo, nos recalentamos la cabezota con esa urgencia macabra de ir a leer frente a un público somnoliento que apenas entiende un par de cosas que se dicen a regañadientes (en la mayoría de los casos) frente a un micrófono. Quizá lo emergente son los lectores: gente llena de ansias de tener en su poder copias autografiadas de paginitas sueltas, o personas que han creído que en la variedad está el gusto y toman, escuchan y se dejan llevar sin temor por las insondables aguas literatosas de este nuevo tiempo en que salir en el Facebook o en Youtube es más importante que comprar una casa, tener un sueldo o escribir bien.

Obviamente en esta Ágora enorme que es la Internet (plaza griega destruida por una tanqueta gringa) el que grita más fuerte es alcalde y hoy la lectura es un ejercicio que tiene más de pose para la foto que de ejercicio de aprendizaje o entretención. Y claro, nosotros, los que celebramos con igual interés un libro escrito hace doscientos años o hace veinte minutos, no podemos más que salir de nuestra madriguera intelectual cada vez que alguien se empina sobre un micrófono con una balacera de palabras puestas con relativa suerte sobre un papel. Y así, emergentes y emergidos de entre la fiesta de cabezas huecas, vamos poniendo tildes en esos libros sin moda que se encabronan con decirnos que la inteligencia es sólo una mueca de rigor para el álbum de moda en el Facebook. Nuestra emergencia es convertirnos en buenos lectores.

Qué nos importa realmente un libro y mucho menos un autor, a lo sumo nos interesa que los amigos más estúpidos nos vean en posición de poetas, editores, o intelectuales para que al fin les demos una patada en el hígado a esos mismos que nos pronosticaron un futuro de tontos o mediocres cuando hace quince años entramos a estudiar la carrera menos rentable y más hippie de toda la universidad.

Y bien, mientra escribo esto, a la 1 y pico de la madrugada un amigo poeta (también es grato decir que uno conoce poetas) me cuenta por el chat que casi quema la alfombra. Es un poeta en emergencia, lo entiendo, me da una luz en medio de esta entrada de blog y bueno, ¿qué se le va a hacer?

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