Un poeta homosexual en un país de maricones
“El andrógino es considerado superior a ambos sexos
Porque encarna la totalidad y por lo tanto la perfección”
Mircea Eliade
Hace exactamente un año, el 20 de mayo de 2012, a las 11 y 30 de la mañana se murió Antonio Silva en una cama del Hospital Barros Luco y yo no lo supe sino hasta un mes después cuando me enteré por facebook y lloré. Nadie lo supo, digo, de sus amigos o colegas nadie lo supo. Fue triste, fue raro. Antonio era un tipo amable y también infumable, fue un poeta en serio de esos que no sólo escriben porque saben escribir bien sino de aquellos que escriben porque saben vivir. Duramente y tristemente, alegremente, como sea, es que saben vivir y lo hacen a toda costa. Además fue un hombre maravilloso que puso sobre la poesía chilena un guiño queer del que difícilmente podremos deshacernos porque fue tierno, ordinario, estilizado y feroz, como no se había visto y como no se ha vuelto a ver. Yo podría decir que con Antonio fuimos amigos y mucho, pero dudo que él o yo lo hayamos sabido nunca. Lo supe hace un año, cuando me enteré por facebook que se había muerto con ese cáncer de mierda que lo hizo pelear como una reina en el último año y medio de su vida. No lo quisimos creer, como si fuera un Elvis criollo (me mataría por la comparación) dudamos de la veracidad de su muerte y lo imaginamos por ahí riéndose de nosotros en un falso funeral y sólo el certificado de defunción pudo darnos la certeza dolorosa de que se había muerto. Lloré, no pensé que lloraría por un amigo, pero lloré y en ese momento me di cuenta que se había muerto alguien muy importante para mí. Sin embargo como decía antes no me enteré sino hasta un mes después y entonces la mañana misma en que se murió no tuvo homenaje ni tuvo poesía ni tuvo fiesta ni tuvo nada. Nadie de la literatura lo supo, nadie de sus amigos lo lloró en la cafetería del Barros Luco como se lo merecía.
¿Quién era él?
Luis Antonio Silva Fuentes tuvo una biografía escrita a mano y con cuidado como casi todos los poetas que realmente lo son. Incluso la soledad en que murió me parece un gesto perlado por ese histrionismo que tienen nada más ciertos seres excepcionales que viven al borde y en la fisura. Escribió tres libros grandiosos, fue un inmenso poeta y además tuvo una banda de rock que se llamó Marinée (que era buenísima, abajo les dejo el vídeo) y a todos los que lo conocimos nos rayó de alguna forma y se quedó en nosotros como ejemplo o como mala suerte.
Existen oportunidades en las que no se puede, por ningún motivo, el separar al poeta de la obra y, en el caso de Silva, eso se cumple de manera fatal. Cualquier persona puede leer uno de sus libros y entrar en él, entrar en su espacio poético, pero dudo que alguien pueda exprimir o vivir mejor su poesía que quienes le vimos leer en público su trabajo con esa elasticidad maravillosa que tenía cuando subía a un escenario. Arrogante, y con la conciencia clara respecto del espectáculo y el público, Antonio Silva era de esos poetas que uno disfruta de verlos leer y por los cuales uno se promete seguirlos cada vez que les toca una lectura pública. Y así fue que lo conocí, en 2008, en un ciclo de lecturas que organizaba Carlos Henrickson en el centro cultural Casa rosada. Yo vivía en Valparaíso y me enteré por facebook que Antonio leía y junté plata, me pagué el pasaje y lo vine a ver a Santiago porque lo quería conocer. Fue maravilloso y me sorprendió el ver esa noche que varios de los asistentes, sus amigos, sus lectores, se sabían los poemas que Antonio leía con licoreada elegancia frente a nosotros mientras levantaba la vista y te miraba a los ojos profundamente y luego seguía leyendo y jugando a ser el rockstar fatal de la poesía chilena. Inmenso, estilizado y sudaca, entraba en tu mundo de inmediato y se quedaba ahí esperando a que uno se flipara con conocerlo para decirte “¿y tú quien eres?” justo un segundo antes de dar la media vuelta y dejarte con cara de idiota sentado en la mesa más chica de un barcito flayte.
Killer queen, dancing queen / Jamás americana

Matria, Analfabeta, Andrógino. (Boca)
Silva publicó tres libros excepcionales, el primero fue Andrógino que apareció por Ediciones Concurso Eusebio Lillo, de la Municipalidad de El Bosque, en el 96. Luego Analfabeta y Matriaque salieron por editorial Cuarto propio en 2000 y 2008 respectivamente. Y supimos que estaba preparando un nuevo libro que llevaría por título Boca y del que nada más pudimos escuchar un sólo poema que alguna vez sacó de su bolso y nos leyó piola en algún bar, pero nunca más se supo de esos textos y de ese libro nada más habrán quedado las hojas sueltas en su pieza que un familiar quizá juntará con revistas viejas y diplomas vencidos cuando un día meta todo en cajas y ordene sus cosas para dejarlas en los traperos de Emaús o en la basura.
¡Ustedes los seres humanos son tan básicos!
Antonio siempre nos repetía una frase: Ustedes los seres humanos son tan básicos, y uno se reía. Pero de pronto y por las vueltas de la vida es que me he dado cuenta de que tenía razón y lo decía en serio. Quizá porque había comprendido que nos movemos con la norma y vamos atentando contra nuestros manifiestos a cada rato. Repetimos los errores. Somos cagones para dejar de ser cagones, somos siempre el mejor tercero del grupo y hacemos fiesta con eso. Así como una marcha estudiantil que termina en la firma de un folleto ridículo o tal como un concurso de poesía que se lo gana alguien porque le puso el poto a uno de los poetas viejos del jurado, es que vamos todos repitiendo el error y siendo básicos y pueblerinos en el peor sentido de la palabra. Lejos de esa arrogancia y de ese garbo con que intentamos a ratos pasar de largo por el mundo y con un poncho que al final nos queda enorme. Somos víctimas del discurso a contrapelo y de la mentira que se evidencia cada vez que nos ven saliendo del CNCA, ganando becas o firmando acuerdos con las privadas para sentarnos a echar cuerpo en la mitología ordinaria del arte o la literatura. Somos básicos, y Antonio tenía mucha razón. Al final pareciera ser que no queremos otra cosa que el reconocimiento o la reseña en el Mercurio y es que somos básicos chucha, no me canso de repetirlo. Ordinarios y predecibles, infinitamente atorrantes. Somos básicos y en ello se nos pasa la vida yendo de la cama al mall, de la pancarta al cementerio y de la mala cueva al olvido mental de una sociedad que lee hasta la etiqueta del shampú con un diccionario en la mano.
La weona póstuma

Antonio Silva es ahora parte de su propia mitología. Hijo de su poesía y de su paso por el mundo. Huacho y libre como siempre lo fue, su memoria y su recuerdo pasan de boca en boca como pasó él mismo un día por todas nuestras bocas que besó ya con fruición, pasión o amabilidad. Seguimos adelante, leemos sus poemas, reímos con las veces que nos hizo reír y nos enojamos por las veces que nos hizo enojar. Ahora tenemos prohibiciones de fumar en los bares y, seguramente nunca volveremos a visitar de igual manera El Mesón Danés en que casi nos echan a patadas porque se besó con otro hombre, ni volveremos a entrar a ese sucucho en Valparaíso en que nos tomamos tantas cervezas y donde un tipo se cayó al piso cuando Antonio lo empujó. Tampoco esperaremos nuevamente a que un colectivero se haga el amable y lo lleve,maricón y borracho como le dijo una vez uno de ellos, desde Nataniel con la Alameda hasta su casa en SanBeka, y no escucharemos nunca de esa sátira aterciopelada con que coronaba el error literario de sus amigos y enemigos en las lecturas de poesía a las que supo dar vida y un poquito de glamour y, por supuesto, a las que supo dar también un tono de fiesta que parecía no se iba a terminar nunca, pero se terminó.
escrito por Arturo LedeZma, el lunes 20 de mayo de 2013
video de su grupo Matinée
Dos poemas del libro Matria
Los Maricas
“El andrógino es considerado superior a ambos sexos
Porque encarna la totalidad y por lo tanto la perfección”
Mircea Eliade
Cruzados en un parque
En el filamento de las sombras
Entre destierro y farol
Hacen su entrada coja los maricas
Las bestias de ágata, torcidos e inmundos
Tronchando con sus gestos
El decorado siempre bastardo de una ciudad felina
Los maricas y sus citas
De párpado en párpado, su lenguaje binario
Como polillas siempre atentos a una nueva antorcha
que surja en el vergel nocturno
Uno es la otra la otra es ella en mi y en el otro
Sus pequeños y violentos actos
Paridos en estertor de un circo pobre
En una luminaria se emborrachan los maricas
Y relatan siempre una misma historia
Despatriados los maricas levantan una bandera; un pañolete izado
en la fetidez de la muelas
De la mano van los invertidos
Al encuentro de matarifes, lumpenaje y soldados
Al encuentro de mi canto
Al encuentro de un plumaje abanical
Locos y tristes los maricas
Condenadamente alegres
Indeciblemente bellos, bellos.
My She
Jamás necesité cantata de sirenas
jamás pedí asilo en las piernas de Dios
sólo me contenté con obreros de alcohol valiente
que cada noche al regresar al pueblo desojaban mi
peluca
A veces me golpearon; es el precio de MY SHE
A veces me besaron; azul intenso penetró el corazón.
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